Lunes, 19 Octubre, 2015 - 13:40

Leyendas Urbanas

Fue en 1968 cuando el folclorista estadounidense Richard Dorson nombró por primera vez la expresión, Leyenda Urbana, para referirse a un hecho que nunca ha sucedido pero que se cuenta como si fuese real. Como podemos comprobar el término es relativamente “moderno”. Trasladándolo a nuestros días, podemos decir que ni todas las rusas son prostitutas, ni todos los agricultores terratenientes, ni todas las Leyendas Urbanas fiables, así como todo el monte tampoco es orégano.

Existen, también, Leyendas Urbanas en el mundo de la palabra y la escritura por el simple hecho de que siempre las hemos escuchado o escrito de manera equivocada, si bien es una buena razón para un cambio lingüístico; no es lo suficiente para que cualquier expresión cambie. Algunas de esas Leyendas Urbanas, lingüísticas; hacen un flaco favor a lo que pensamos y por consiguiente hablamos y escribimos. Recordemos que toda idea o palabra se elabora en nuestra mente, si cambiamos una expresión determinada, contribuimos a la pérdida de nuestra riqueza lingüística, produce amorfia mental y por lo tanto incapacidad crítica. Somos lo que pensamos, hablamos y hacemos. Así en ese orden.

Algunas veces, estas historietas, las leemos y escuchamos a diario, tanto que llegamos a dudar si son de una u otra manera; y necesitamos de alguien especializado que nos refresque la memoria. Soy partidaria de que la lengua cambie, de hecho es algo imparable, pero necesitamos unas reglas mínimas para poder fluir mejor. Sobre todo cuando en vez de simplificar complicamos la lengua; sería oportuno dejar a un lado nuestro horror vacui y ceñirnos a la reglas de la elegancia: o sea, si debemos escribir o decir algo cuanto menos palabras mejor; dos mejor que tres y una mejor que dos.

Si hay algo que me pone los pelillos de punta es la frase a día de hoy, cuando la escucho mis neuronas empiezan a darse codazos, se miran unas a otras pérdidas y no paro hasta soltar con malaostia: ¿y a día de mañana? El susodicho se lo toma relativamente bien, entonces con cara de marisabidillarespondona le digo: es que lo correcto es decir hoy por hoy/hasta el momento/hasta ahora, recuerda siempre, recalco. Sí, todos nos podemos equivocar, ya lo dice el dicho latino errare humanum est, sed perseverare diabolicum, errar es humano pero perseverar en el error es diabólico. 

También es  muy común la mala utilización del infinito por el imperativo. Otra falacia frecuente en los textos es la conjunción sino/ si no. Sino juntito es una conjunción adversativa siempre, siempre, siempre: no estudia, sino que trabaja. Si no (separado) introduce una oración condicional: Si no trabajas, no cobrarás dinero. Así, sin complicarnos demasiado. Mía y tuyo son determinantes posesivos y se utilizan referente a sustantivos, jamás se utiliza para referir a adverbios, por lo tanto:

  • No puedes estar encima mía ( incorrecto)
  • No puedes estar encima de mí (correcto)
  • Ni yo puedo estar detrás tuyo. (incorrecto)
  • Ni yo puedo estar detrás de ti. (correcto)

¿La lengua cambia? Sí, es algo imparable. ¿Es nuestro deber informarnos? Sí. ¿No importa que lo digamos mal si lo dice la mayoría? Falso. A veces, se nos olvida la relación entre lenguaje y pensamiento. Para el buen funcionamiento de nuestra mente y de la comunicación que mantenemos con nuestro entorno, debemos tener unas reglas básicas, para tener una mente abierta, crítica y presta siempre al aprendizaje. Para finalizar como perla de Leyenda Urbana tenemos el uso del verbo ande y andastes como correcto cuando no lo es; lo correcto es decir y escribir anduve. Y por favor no le temáis a la duda y al error, la primera nos hace más sabios y la segunda no existe.

Soy Ángeles Moreno del Pino, correctora de estilo y ortografía técnica. En Palabrarte ayudo a empresas y particulares a corregir y mejorar textos, e imparto talleres sobre comunicación.

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