Viernes, 1 Julio, 2016 - 18:02

El origen de los signos de puntuación

Los signos ortográficos son parte de la escritura, sin embargo, no siempre fue así. En la antigüedad los textos eran continuos y sin ningún signo de puntuación, esta lectura era llamada por los griegos la scriptio continua. El texto necesitaba ser leído varias veces, puesto que, era imposible sacar todas las enseñanzas del texto de una sola lectura. Se esperaba que cada lector le diese al texto un significado.

Cuenta la leyenda que fue Aristófanes, el responsable de la biblioteca en la ciudad de Alejandría, el que se encargó de sugerir a los lectores que hicieran anotaciones en los textos, para así, aliviar la densidad de los escritos. Este famoso comediógrafo griego, sugirió señalar en el texto puntos de tinta; arriba, en medio o abajo de cada línea (commacolon y periodus), para de este modo, diferenciar la entonación de la lectura: alta, media o baja.

Ahora bien, el sistema de Aristófanes no fue del agrado de los romanos que probaron en el siglo II a separar las palabras por puntos, que en breve también abandonaron. Quizá, porque sus textos eran leídos en voz alta y de este modo discriminaban unas frases de otras, sin necesidad de ningún aditivo en el texto.

Nuestro héroe, Aristófanes, o mejor dicho su sistema, vuelve a la carga con el cristianismo. Será utilizado en el siglo VI por los escribas cristianos, en consecuencia, los escritos llegaban a los lectores con su sentido original. Al parecer, quien por primera vez en la historia relacionó de manera explícita, la puntuación con el significado del texto, fue Isidoro de Sevilla en el siglo VII. Actualizó el sistema de Aristófanes, y lo hizo de la siguiente manera: los puntos indicarían la duración de la pausa, breve (punto bajo), media (punto medio) y larga (punto alto).

De los monjes escoceses o irlandeses (aquí no se pone de acuerdo la historia) vendría la costumbre de dejar espacio entre las palabras.

Los puntos inventados por Aristófanes se convirtieron en uso común, y los escritores comenzaron a construir sobre ellos. Se tomaron elementos musicales inspirados en los cantos gregorianos, de este modo, nació el punto y coma llamado el punctus versus, una versión medieval del punto y coma.

En el Renacimiento veremos una mezcla de los antiguos puntos griegos, puntos y comas, signos de interrogación y otros derivados medievales. Con la llegada de la imprenta de Gutenberg a mediados de 1450 y de la impresión de la Biblia de 42 líneas, la puntuación quedaría congelada, debido a la normalización provocada por la imprenta. Los signos de puntuación más recientes son la barra y el guion.

Así pues, los signos de puntuación son nuestros aliados, ya que, destacan las estructuras gramaticales y transforman las palabras en imágenes, de este modo; la compresión de lo leído es más rápida de lo que lo fue en la antigüedad. Sin embargo ¿qué será de los nuevos signos que nos han traído las nuevas tecnologías? Sin duda, estamos ante un proceso de descongelación. La leyenda sigue su curso.

 Próximo post: Los signos de puntuación: la coma

 

 

 

Soy Ángeles Moreno del Pino, correctora de estilo y ortografía técnica. En Palabrarte ayudo a empresas y particulares a corregir y mejorar textos, e imparto talleres sobre comunicación.

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